Introducción
Actualmente, con el ritmo de vida que tenemos y la velocidad de exposición a estímulos a la que estamos sometidos, comer ha pasado de ser un acto consciente a una actividad automática. Nos encontramos comiendo frente a la televisión, revisando nuestras redes sociales o en medio del tráfico. Este distanciamiento con el acto de comer no solo afecta nuestra relación con los alimentos, sino también nuestra salud física y mental. Hablar de la alimentación consciente, nos obliga a tener una conversación incómoda que pueda reconectarnos con el momento presente, ayudándonos a disfrutar plenamente de los alimentos mientras escuchamos las señales de nuestro cuerpo.
¿Qué es la alimentación consciente?
La alimentación consciente, también conocida como “mindful eating,” es una práctica que combina los principios del mindfulness con el acto de comer. En esencia, se trata de prestar atención plena al proceso de alimentarse: desde el olor y la textura de los alimentos hasta las sensaciones de hambre y saciedad. Según un estudio publicado en Appetite (2017), las personas que practican la alimentación consciente tienden a tener un índice de masa corporal (IMC) más bajo y una mejor regulación de sus patrones de alimentación.
La alimentación consciente puede optimizar nuestra relación con la comida, y nos puede indicar las diferencias clave entre el hambre físico, que es una necesidad biológica, y el hambre emocional, que surge como respuesta a sentimientos como el estrés, la tristeza o el aburrimiento.
Reconocer esta diferencia puede ayudarnos a evitar los atracones y a tomar decisiones más saludables.
Beneficios de la alimentación consciente
- Mejora la digestión y la absorción de nutrientes: Cuando comemos lentamente y prestamos atención a cada bocado, permitimos que nuestro sistema digestivo, digiera los alimentos de manera más eficiente. Esto puede reducir problemas como la hinchazón y la acidez.
- Ayuda en el control del peso corporal: Un estudio de Journal of Obesity (2016) encontró que las personas que practican la alimentación consciente consumen menos calorías y tienen más éxito en mantener su peso.
- Reduce la ansiedad relacionada con la comida: Comer de manera consciente nos ayuda a enfrentar nuestras emociones sin recurrir a la comida como vía de escape.
- Fomenta una relación más saludable con los alimentos: Nos permite disfrutar de los alimentos sin culpa y sin juicios, promoviendo una actitud positiva hacia la comida.
Cómo practicar la alimentación consciente
La alimentación consciente no requiere herramientas sofisticadas ni cambios drásticos. Aquí hay algunos consejos prácticos:
- Come sin distracciones: Apaga la televisión, guarda tu teléfono y crea un ambiente tranquilo para tus comidas.
- Mastica lentamente: Dedica al menos 20 a 30 minutos para cada comida. Esto no solo mejora la digestión, sino que también permite a tu cerebro registrar las señales de saciedad.
- Presta atención a tus sentidos: Observa los colores, huele los aromas, siente las texturas y escucha los sonidos al masticar.
- Identifica el hambre: Antes de comer, pregúntate si realmente tienes hambre o si estás comiendo por otras razones, como el estrés o el aburrimiento.
Conclusión
Adoptar la alimentación consciente es más que una técnica; es un cambio de mentalidad que transforma nuestra relación con los alimentos. En un mundo lleno de distracciones, tomarnos el tiempo para comer con atención es un acto de autocuidado que beneficia tanto nuestra mente como nuestro cuerpo.